La Navidad no siempre es descanso. Para muchas familias, a veces es justo lo contrario.
Hay Navidades que llegan cuando el cansancio ya es profundo. Un cansancio que no es solo de este mes, sino acumulado. El de sostener, acompañar, anticipar, explicar, adaptarse una y otra vez. El de cuidar a hijas e hijos con discapacidad en un mundo que no siempre está pensado para ellos… ni para quienes los cuidan.
En estas fechas se multiplican los encuentros, los ruidos, las agendas llenas, las expectativas. Y lo que para otros es celebración, para muchas familias puede ser sobreestimulación, desregulación, tensión o simplemente algo que no encaja con lo que se necesita. A veces hay que evitar reuniones grandes, espacios ruidosos, comidas largas o casas llenas de gente. Y no siempre el entorno lo comprende.
Puede doler que no se entienda. Puede cansar tener que justificar, explicar o sentir que una pone límites que incomodan. Pero cuidar también es elegir lo que protege, aunque no sea lo que se espera en Navidad.
Si estas semanas te resultan especialmente difíciles, quizá puedas regalarte algo de amabilidad. No para hacerlas perfectas, sino más habitables.
Algunos pequeños tips que pueden acompañarte:
- Reduce sin culpa.
- No tienes que estar en todo. No todas las invitaciones son para aceptar, ni todos los planes son necesarios. Priorizar la calma y el bienestar de tu familia no es egoísmo, es cuidado.
- Crea rituales a vuestra medida.
- Tal vez la Navidad no esté fuera, sino dentro de casa. Un plan sencillo, repetible, previsible. Algo que dé seguridad y no exija más energía de la que hay.
- Valida tu agotamiento.
- Estar cansada no significa que no puedas más; significa que llevas mucho tiempo pudiendo. No minimices lo que sostienes cada día, aunque otros no lo vean.
- Cuida también de ti, aunque sea un poco.
- Un momento de silencio, una pausa, un gesto pequeño solo para ti. No siempre es fácil, pero tu bienestar también importa.
- No necesitas que todos entiendan.
- A veces basta con que tú sepas por qué eliges lo que eliges. Poner límites no te aleja del amor; muchas veces es una forma de protegerlo.
Y recuerda esto: la Navidad es una etapa del calendario, no una medida de tu entrega, de tu capacidad como madre o padre, ni del amor que sostienes. Si estas fechas te incomodan, no estás fallando. Estás respondiendo a una realidad que requiere sensibilidad, adaptación y mucha fuerza.
Incluso en los días más cansados, incluso cuando no hay ganas de celebrar, tu cuidado ya es un acto inmenso de amor. Y eso también cuenta. Mucho.
Sabemos que no todas las Navidades son fáciles, y por eso deseamos que estas fiestas traigan, al menos, momentos de calma, comprensión y cuidado. Seguimos aquí para visibilizar, acompañar y sostener, también cuando el ruido del mundo no deja espacio.
Felices fiestas, a vuestra manera.
Y nuestros mejores deseos para el próximo año.
Con todo nuestro cariño, ¡nos abrazamos en 2026!
Afecto Mariposa