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¿VACACIONES?

Cuando inicia el verano nos llegan mensajes como ¡Descansa mucho! ¡Disfruta de tu tiempo y de la familia! ¡Olvídate de la rutina! Duerme, lee, viaja, haz lo que más te gusta… Y se agradecen estos deseos cargados de positividad.

Es que la maravillosa palabra VACACIONES, suele ser nombrada con el mayor de los entusiasmos. Dependiendo de los gustos, nos sugiere viajes en avión, barco o coche, paseos por la naturaleza; playas, sol y arena, baños en el agua dulce de un río, reencuentros con familiares y amigos.  Como sea, al pronunciarla nuestro rostro sonríe, la mente viaja al lugar favorito e incluso podemos sentir que ya estamos ahí; quizás en una playa ideal, tomando el sol, la brisa, nuestra bebida favorita bien fría, relax…

Pero ¡oh! Acabo de recordar: ¡tengo un hijo/a con necesidades especiales!

Entonces es cuando activamos todas nuestras alarmas e iniciamos un gran reto basado en la siguiente fórmula magistral: el 24/7, convivir 24 horas al día, 7 días a la semana con las necesidades especiales de nuestros hijos/as y no morir en el intento.  Porque las necesidades de nuestros hijos/as no están nunca de vacaciones… ¿Podrían tomarse unos días de descanso por favor?

Sabemos la respuesta. Nos encontramos, día a día, de la mano de situaciones complejas intentando resolverlas lo más favorablemente posible, para poder disfrutar de esas ansiadas vacaciones. Simplemente ir a cenar a una terracita, ir a la playa o a la piscina, buscar un hotel, un camping, viajar en tren o en avión, TODO puede ser una odisea. 

Sin darle muchas vueltas, pasamos a la acción:  Indagamos, comparamos, hacemos algunas llamadas; pero no sólo para valorar precios, temperatura y paisajes de diferentes tipos de destinos, sino para saber si está adaptado y es accesible para nosotros; para tener localizado el centro de salud más cercano; para saber si, por ejemplo, nos podrán triturar la comida si así lo requerimos. 

Porque todo ello, si se ajusta adecuadamente a nuestras necesidades, nos evitará mucho estrés, contracturas innecesarias, imprevistos añadidos a los que ya tenemos a diario y un largo etcétera que cada cual puede configurar dependiendo de su casuística.

Después llegamos al destino y nos aventuramos, por ejemplo, a disfrutar un día en la playa. ¡Maravilloso! Pero esperad, no vayamos tan rápido, casi hay que llevarse las maletas. Cargamos con todo lo necesario para disfrutar del fantástico día en la playa, salimos una o dos horas más tarde de lo previsto, pero vamos ilusionados/as, con actitud: ¡hay pasarela hasta el agua! Algo tan sencillo nos hace tan felices que sí o sí, pase lo que pase, disfrutaremos del sol, la arena y las olas.

Y acabamos el día contentos/as, muy probablemente agotados/as;  bronceados/as por el sol, que se agradece sobre todo si no hemos dormido muy bien, pues ayudará a disimular las ojeras.

Ahí está siempre la ilusión de pensar que este año puede ser mejor que el anterior, las ganas de normalizar la situación, la fuerza del creer firmemente en el “venga que podemos conseguirlo”. Por suerte cada día nos entrenamos para ser familias más habilidosas, llenas de ingenio, resilientes. De cada aventura sacamos el lado positivo, o al menos lo intentamos.

¿Vacaciones de las vacaciones? ¡Sí por favor!

Y cuando finalmente termina nuestro “descanso” vacacional, volvemos a casa y/o al trabajo posiblemente más cansados de la cuenta; y es el momento de compartir con los demás qué hemos hecho estas vacaciones. Habitualmente los relatos son de destinos bonitos, anécdotas bonitas, todo bonito,  y encajan muy bien con expresiones como “Uff, ahora vuelta a la rutina, qué rollo”.

Pero lo cierto es que muchas familias en circunstancias extraordinarias podemos llegar a pensar: “bendita rutina”.  Porque quizá esa rutina nos permita tener algo más de tiempo para nosotros/as y equilibrar un poco más nuestra figura de cuidador/a, rompiendo con esa plena dedicación: 24/7, permitiéndonos tomar algo de aire para continuar.  A menudo y dependiendo del perfil de nuestro hijo/a y el tipo de necesidades que muestre, la rutina hace mucho bien.  

Es importante que nosotros como padres y madres cuidadores/as, recordemos que para tener las pilas cargadas, también tenemos que encontrar nuestros pequeños grandes momentos de desconexión y descanso, dedicados a nosotros/as ¡Porque nos los merecemos! Momentos que no suelen encontrarse durante las vacaciones.

Núria Jaraiz, maestra de profesión y madre de Neus, representa a una de las familias vinculadas en la construcción de Afecto Mariposa, para aportar su conocimiento a partir de sus vivencias y su experiencia personal con la discapacidad.

Os deseamos unas felices vacaciones para quienes estáis en ello y para todos, una feliz vuelta a la rutina repleta de grandes dosis de resiliencia, amor y buen humor.

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