Entrevista a Eva Domènec
Forma parte del CTAC, Centro de Terapias Asistidas con Perros. Lleva 20 años dedicada a esta labor.
¿Cómo nace tu relación con los perros de terapia?
Nace de una situación familiar donde vimos que los perros de nuestra casa mejoraban el bienestar de mi hija, Mónica.
Entonces pensamos que también podían mejorar este bienestar fuera de casa y por eso hablamos con los terapeutas de Mónica para que pudiéramos incorporar los perros a sus sesiones y así no sólo la estimularan en casa, sino que también sirvieran como un elemento motivador en sus sesiones terapéuticas.
¿Por qué es tan importante el vínculo humano-animal?
El vínculo humano-animal contribuye a mejorar la calidad de vida de las personas, es indudable. Tiene una serie de beneficios muy destacables como aumentar la responsabilidad, la autoestima, incrementa el ejercicio físico, te hace sentir más competente, capaz y además, te acepta tal como eres, no te juzga, te motiva… Tanto es qué animal sea, da igual la edad que tengamos.
No obstante, debemos tener en cuenta que este vínculo tiene que mejorar la calidad de vida del animal, se trata de una relación recíproca; una adaptación mutua. Las dos partes deben ganar. Esto es importante a la hora de elegir qué tipo de animal de compañía queremos que forme parte de nuestra familia.
¿Qué debemos tener en cuenta a la hora de decidir incorporar un animal de compañía a la familia?
Ante todo, hay que hacer esta reflexión: ¿Queremos un animal de compañía en nuestra vida? Por nuestra forma de ser, por nuestras necesidades vitales como familia, por nuestra capacidad para hacernos responsables, ¿…?
Más allá de creer que será beneficioso y positivo para nuestro hijo/a con necesidades especiales, es importante saber que él o ella será feliz con lo que tú seas feliz. Si no lo vemos claro, podemos pensar que hay otras maneras de motivar y ayudar a nuestros hijos, que no impliquen la convivencia con un animal de compañía.
De acuerdo, si decidimos que queremos un animal de compañía y creemos que debe ser un perro…
Perfecto, elegimos un perro! Entonces el siguiente paso será saber qué tipo de perro será el más adecuado a nuestro estilo de vida: tal vez uno que no necesite salir tanto a correr, uno que le guste la montaña y aguante largas distancias, uno que sea muy casero … De raza? Mestizo? Tanto es, lo que importa de verdad es el individuo.
Sí que es cierto que hay determinadas razas que son más capaces a adaptarse a diferentes estilos de vida y que genéticamente tienen capacidad para ser más sociables, «cariñosos», o para aclimatarse mejor a un entorno urbano. Pero más que la raza se debe priorizar el individuo, que tendrá sus propias características y necesidades.
Es básico saber qué competencias debería tener más allá de su propio carácter, qué aprendizajes serían más idóneos para cubrir las necesidades que quisiéramos atender de nuestro hijo/a.
¿Y qué alternativas tenemos?
Puede ser un un perro de compañía, con un apoyo externo a nivel de adiestrador que nos acompañe en todo el desarrollo inicial del perro (en caso de un cachorro), o que sea un perro de asistencia, o decidirnos por no incorporarlo a nuestra familia pero en cambio, ir a un lugar dónde recibir sesiones de terapia asistida con perros. El resultado será el mismo, nuestro hijo/a disfrutará y el perro contribuirá a su desarrollo.
Escuchando bien a las familias, puedes saber cuál es el camino más adecuado.
Por ejemplo, si queremos un perro que contribuya a la autonomía de nuestro hijo, muy probablemente se debería solicitar un perro de asistencia.
¿Qué significa realmente Perro de Asistencia?
Existen 5 tipos de perros de asistencia: Lazarillo (discapacidad visual), de Servicio (discapacidad física) / de Señal (discapacidad auditiva), de Alerta médica (por anticipar bajadas de azúcar o crisis epilépticas) y de Autismo (para personas con TEA).
El perro de autismo se entrega a los niños/as, para favorecer su seguridad en el entorno urbano, brindarles un vínculo afectivo incondicional y aumentar la autonomía del núcleo familiar. Por ejemplo una madre me decía: “es que puedo volver a comprar zapatos porque mi hijo está tranquilo junto al perro y yo me los puedo probar”; otra que me explicaba que está redescubriendo su barrio de siempre porque puede pasear sin estar pendiente de que su hijo cruce de repente o que salga corriendo. Así que realmente puede aumentar la autonomía y la calidad de vida de toda la familia.
Los perros de alerta médica para niños/as con epilepsia, también favorecen la autonomía de sus cuidadores.
Los otros perros de asistencia, normalmente se entregan a adultos, por ejemplo, un perro de Servicio cuando la persona deja su domicilio habitual, porque podría ayudarle a ser más autónoma con ayudas como por ejemplo apagar la luz, recoger cosas del suelo, etc.
¿Existe una figura que con toda la información sobre la familia, estilo de vida y necesidades específicas del niño/a, pueda aconsejar un tipo de perro en función de la raza o del papel que queramos otorgar a este perro?
No existe y sería un gran avance. A veces alguna madre comenta que el psicólogo de su hijo le ha aconsejado que tenga un perro, pero claro, ¿qué tipo de perro? ¿un cachorro? ¿un perro adulto?
Por eso es importante que los especialistas en el vínculo humano-animal, puedan aconsejar a las familias a la hora de escoger un perro, a la hora de fomentar este vínculo.
Cuando se trata por ejemplo de un perro de asistencia para un niño con TEA, tiene que pasar todo un proceso: primero de selección dentro de la camada, después una fase de socialización; tras un periodo de obediencia, entonces llegado el momento, se selecciona el perro no por lista de espera o por orden de cómo van llegando las peticiones, sino mirando dentro de esta lista de peticiones, cuál es el niño/a que más concuerda con el carácter de aquel perro, y cuál es el perfil de la familia, que al fin y al cabo será la responsable de perro.
A partir de aquí, se enseña al niño/a el trato respetuoso de cara al animal, que hay cosas que se pueden hacer y cosas que no se pueden hacer de ninguna manera; se enseña a las familias a gestionar este vínculo; se hace el ensamblaje y luego de un año constante, cada vez se van espaciando más las visitas para analizar y reforzar el vínculo, con el fin de que realmente el perro se adapte a todo el entorno familiar y al niño en concreto.
Si por ejemplo en una familia hay más niños a parte del que tenga las necesidades especiales, tal vez el perro se irá a jugar a la pelota con los demás, y está muy bien que lo haga, pero sin descuidar que es importante que encuentre un estado emocional adecuado estando junto a este niño o niña, y esto es un trabajo de los padres con el apoyo de los profesionales que han formado este perro. Así pues, es un proceso lento y costoso.
Con todo ese proceso, el coste económico debe ser elevado
Tiene el coste de haber sido ya educado, con las habilidades básicas para cubrir las necesidades específicas que pueda tener nuestro hijo/a. En EEUU o en Inglaterra el coste se puede cubrir por parte de fundaciones y también existen ayudas, aquí aún no.
Actualmente algunas empresas pueden subvencionarlo o lo paga la propia familia. Entonces, aparte de la lista de espera se ha de sumar el alto coste. Por eso es muy importante saber realmente si es un perro de asistencia lo que necesitamos o simplemente con uno de compañía y con la ayuda de un profesional de las intervenciones con perros, que favorezca el vínculo y un adiestrador que ayude a educar al perro, ya es suficiente.
El Hospital Sant Joan de Déu Barcelona, hace 12 años, introdujo en su programa de Hospital Amigo con la colaboración de CTAC, las intervenciones asistidas con perros, para facilitar la recuperación de los niños y niñas ingresados y mejorar su estado de ánimo. Son pioneros en España en implantar esta línea terapéutica. En Cataluña ha supuesto un punto de inflexión.
Más información: Intervenciones asistidas con animales Hospital SJD, Centre de Teràpies Assistides amb Cans (CTAC)
Entrevista realizada por Natàlia Tintoré, madre de Bruna. Representa a una de las familias vinculadas a Afecto Mariposa, para aportar desde su experiencia personal y profesional con la discapacidad.