Llegan los primeros meses de frío y con ellos, las temidas infecciones respiratorias. Estas afecciones, que por lo general suelen ser banales, pueden ser también causa de enfermedad más grave, especialmente en las personas con patologías de base y en las edades extremas de la vida (personas mayores y personas menores de 5 años).
Cuando hablamos de infecciones respiratorias nos referimos a todas aquellas enfermedades infecciosas que afectan a la vía respiratoria, tanto a la vía alta (otitis, sinusitis, faringoamigdalitis, laringitis), como a las vías inferiores (neumonía, bronquitis y otros cuadros que cursan con inflamación de la vía respiratoria baja, como son los episodios asmáticos o la bronquiolitis).
La mayoría de estas infecciones son causadas por virus, aunque también pueden producirse por bacterias. A veces, ocurre la sobreinfección bacteriana, cuando primero nos infectamos de un virus y posteriormente, una bacteria aprovecha esa vía respiratoria afectada para causar también patología. La diferencia fundamental entre infecciones víricas y bacterianas es el tipo de tratamiento que se necesita para curar la infección, como veremos más adelante.
La mayoría de infecciones respiratorias virales son infecciones leves que se curan solas, como los catarros comunes, y pocas veces llegamos a saber cuál es el virus que ha provocado la infección (suelen ser rinovirus, adenovirus, entre otros). Sin embargo, hay otros patógenos o causas que pueden dar lugar a mayor afectación respiratoria:
Virus respiratorio sincitial o famoso VRS
Aunque en niños y niñas mayores o en adultos cursa de forma asintomática o benigna, puede ser muy grave en lactantes pequeños y recién nacidos. El virus hace que se inflame la vía respiratoria más pequeña (bronquiolos) dando lugar a la bronquiolitis. Con esta inflamación, los bebés pueden tener dificultades para hacer las tomas y para respirar. Aunque la mayoría de las bronquiolitis se curan solas sin necesidad de acudir al hospital, lamentablemente, la bronquiolitis es una patología que llena todos los inviernos las plantas de los hospitales de pediatría e incluso las UCIs. Por eso es importante tener en cuenta las medidas de prevención y los signos de alarma que vamos a ver.
Gripe
Es una patología habitual de los meses más fríos y bien conocida por todo el mundo. Por lo general cursa con el típico cuadro gripal (rinorrea, tos seca, cefalea, malestar general…) que se cura aproximadamente en una semana sin ningún tratamiento. Pero en algunas ocasiones puede complicarse y entonces requiere ingresos y tratamientos más específicos.
COVID-19
Como sabemos, puede expresarse de forma muy variable, desde una infección asintomática, a una grave afectación respiratoria e incluso de otros órganos y sistemas. Este patógeno, al igual que el virus de la gripe, afecta más a personas vulnerables (patologías de base, edades extremas de la vida o embarazadas).
Por otro lado, las infecciones bacterianas, aunque son menos frecuentes que las virales, pueden dar lugar a patología más grave si no se tratan adecuadamente con antibióticos. Sin embargo, cogidas y tratadas a tiempo, suelen resolverse a los pocos días de iniciar el antibiótico sin dejar secuelas.
¿Cuándo debemos acudir a urgencias?
De modo general, cualquier niño menor de un mes con sintomatología respiratoria debería ser evaluado por su pediatra. Además, hay que tener en cuenta otros síntomas como la fiebre o la dificultad respiratoria. En los más pequeños, podemos saber que hay dificultad para respirar si éstos rechazan las tomas, vomitan después de comer, o se aprecia una respiración más rápida de lo habitual. En los más mayores, puede aparecer una fiebre alta o persistente (más de 2-3 días), dolor torácico o cualquier otro síntoma que indique que no se encuentra bien.
Habitualmente, en el niño/a mayor de 2 años podemos esperar 2-3 días antes de consultar con pediatría, siempre y cuando tenga buen estado general, y coma y juegue con normalidad. Si por el contrario, tenemos dudas sobre el estado general del niño, está muy decaído o irritable, o tiene manchas en la piel, es preferible consultar.
En cuanto al tratamiento, mencionar que los antibióticos sólo son útiles cuando hay una infección bacteriana, y por lo tanto, no tiene ningún sentido emplearlos cuando la infección es producida por un virus. Los virus, por lo general, se curan solos, y sólo en casos muy concretos (patologías graves e ingresos hospitalarios) se emplean medicamentos antivirales. En los virus el tratamiento que se emplea es sintomático, es decir, que tratamos la fiebre o el dolor, o se ponen soportes nutricionales o suplementos de oxígeno cuando son necesarios.
El pilar fundamental para controlar estas infecciones es la prevención
Si algo hemos aprendido después de año y medio de pandemia, es que las infecciones respiratorias no se adquieren por caminar descalzos ni por comer helado, sino que se transmiten por las gotas respiratorias y los aerosoles que emiten las personas infectadas. Además, aunque menos frecuente, también podemos infectarnos por tocar superficies u objetos contaminados con estos patógenos. Por este motivo, las principales formas de prevención de las infecciones respiratorias son:
* Taparse la boca al toser o estornudar, preferiblemente en el codo o en un pañuelo desechable.
* Evitar tocarse nariz, boca u ojos.
* Lavado frecuente y correcto de manos, con agua y jabón o geles hidroalcohólicos.
* Evitar el hacinamiento de personas en lugares cerrados y ventilar adecuadamente los espacios comunes cerrados.
* Distanciamiento social, especialmente cuando una persona tiene síntomas de infección respiratoria.
* El uso de mascarillas no está indicado en la mayoría de infecciones respiratorias, pero el uso de las mismas en el control de la pandemia por COVID-19 ha disminuido también el riesgo de transmisión de otras enfermedades.
Y por último, y no menos importante, no podemos olvidarnos de la vacunación. Disponemos de vacunas para algunas de las principales infecciones virales como la de la gripe o el coronavirus y para los principales patógenos bacterianos. Algunas de las vacunas incluidas en el calendario de vacunación infantil son las del meningococo (algunos tipos), neumococo y haemophilus influenzae tipo B, que además de infecciones respiratorias pueden causar enfermedades con alta mortalidad como la meningitis o la sepsis. Si hemos conseguido que algunos de los cuadros bacterianos más graves hayan prácticamente desaparecido de los países con altos recursos económicos, ha sido sin duda, gracias a las vacunas.
Para obtener información en internet, aconsejamos webs oficiales con apartado de divulgación a familias como las de la Asociación Española de Pediatría:
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Familia y Salud | Padres y pediatras al cuidado de la infancia y la adolescencia
Por Estefanía García, pediatra y madre de Gaia; representa a una de las familias vinculadas en la construcción de Afecto Mariposa, para aportar desde su conocimiento como profesional y su experiencia personal con la discapacidad.