Hoy se conmemora el Día internacional de las personas cuidadoras. ¡Nuestro día! Lo hacemos con el testimonio de Marta Mota, madre de tres hijos. Como cuidadora de Iona, nos ofrece una visión particular de lo que representa esta figura y reflexiona sobre las repercusiones emocionales que este rol puede ocasionar.
Esperamos que sus palabras sean de inspiración para todos y valgan como homenaje a todas aquellas personas que dedican su vida al cuidado de un familiar.
Cuando hablamos de cuidar, lo primero que me viene a la mente es la idea (afortunadamente, cada vez más extendida) de que el cuidador también debe de ser cuidado, para poder así seguir cuidando.
Esa doble mirada no siempre es fácil, pues los cuidadores “nos damos” (literalmente) por AMOR sin esperar nada a cambio. Tendemos, por lo tanto, a abandonarnos y a descuidar nuestras propias necesidades. Damos, damos, damos… sin permitirnos reponer todo aquello que hemos entregado.
Solo permitiéndonos ser cuidados y saber pedir ayuda cuando la necesitamos, seremos capaces de encontrar ese equilibrio entre el dar y el recibir, y evitar vaciarnos por completo.
El acto de cuidar, desde mi experiencia, consiste en respetar al otro, dignificar al otro y creer que es capaz, atender a sus necesidades sin intimidar. Cito unas palabras de la Dra. Begoña Román refiriéndose al hecho de cuidar:uno debe preguntarse ¿qué necesita el otro para poder llegar a ser su mejor versión? Eso es saber respetar y cuidar.
Cuidar es un acto de generosidad, que no siempre es bidireccional, pero que puede serlo si aplicamos una mirada más profunda, ya que el cuidador recibe de la persona a quien cuida un retorno, una energía, una mirada, una sonrisa o pequeño gesto que recompensa el esfuerzo y desgaste que implica el cuidado.
El término generosidad proviene del latín, y está constituido por el sufijo: – dad, indicando “calidad” y el prefijo gen- cuyo significado es “generar, dar luz, dar vida”.
Entendiendo el cuidado como un acto de generosidad, implica dar al otro una vida de calidad.
Y este es precisamente el derecho que tienen nuestros hijos e hijas, y toda persona que necesita ser cuidada: la de vivir una vida digna, incluyendo aquí al propio cuidador.
El foco de Afecto Mariposa es cuidar a quien cuida, pretendiendo hacer de este mundo un lugar más generoso. Recogiendo unas palabras del Dr. Álvaro Pascual-Leone: que el objetivo de esta vida sea “no dar más años a la vida sinó dar más vida a los años!.
Marta Mota
Colaboradora de Afecto Mariposa, madre de 3 hijos, Martina (2013), Pau y Iona que son gemelos (2016). Iona, sufre una enfermedad minoritaria, mutación en el gen PCDH19 que le provoca epilepsia refractaria, de difícil control, acompañada de retraso global del desarrollo.